Han sido muchos años, pero como dicen los Mojinos el que la sigue la persigue, así que contra todo pronóstico y apuesta (incluida la personal) conseguí terminar mi proyecto final de carrera y hacer una presentación de la cual, estoy bastante orgulloso. Creo que os lo habré dicho en persona mil veces, pero aprovecho una vez más a agradeceros a todos los que me ayudaron con él, los que pudieron venir a ver mi presentación, y en general a todos los que habéis estado ahí de una forma u otra, en serio, con solo vuestra presencia ya sois de mucha ayuda. Gracias a vosotros puedo decir orgulloso: YA SOY INGENIERO. Pero ¿ahora qué?
Mi anterior entrada se titulaba Incertidumbre, y esta va un poco en la línea aunque desde un enfoque diferente. Hasta ahora el gran objetivo de futuro era terminar la carrera, objetivo logrado, y todo iba más o menos bien hasta que me llega un día mi jefe y me pregunta:
- Richi ¿te gusta lo que estás haciendo?
Ostias... me dio directo. ¿Me gusta? Si, bueno, no me disgusta, la verdad es que he estado aprendiendo cosas bastante interesantes y las cuales creo que tienen mucho futuro, pero sí que es verdad que había momento de querer meter la cabeza en la trituradora de papel. Siendo sincero conmigo mismo, no es el trabajo que siempre soñé. El problema es que el trabajo con el que siempre soñé (lo de hacer videojuegos), ahora lo veo muy muy muy complicado. Así que ¿qué me gusta?
He tenido todo el verano para pensarlo, y es verdad que no he dedicado mucho tiempo a pensar una respuesta, he preferido disfrutar de lo que he estado viviendo y despejar la cabeza, que tampoco me venía nada mal, pero creo que he llegado a la inútil conclusión de que no sé lo que me gusta.
Bases de datos, programación, redes, JAVA, Python, C++ y todo ese millón de tecnologías que me suenan o que desconozco. No he trabajado ni con el 0.0001% de ellas, no sé que tal se me dan, si son interesantes, útiles. Quizás lo que más me llame la atención sea la programación o las redes, es algo que me gusta y en lo que creo que me gustaría ser cada vez más bueno. Pero por otro lado, hay cosas a las que les tengo algo de manía sin motivo, como las bases de datos, que no he trabajado nunca con ellas y no me llaman la atención ¿y si resulta que soy un máquina de las bases de datos y por estúpido no lo averiguo nunca?.
Y cuando toda esta parrafada atravesaba mi mente, mi jefe de repente dispara otra:
- ¿En que crees que eres bueno?
Esa si que es jodida. Sinceramente no creo que sea bueno en nada útil para algo en la vida, porque no creo que ser imbatible al Mario Kart o al Ouendan le aporte mucho a una empresa así que... Aunque hay algo que creo que sí se me da bien, y eso es el tratar con la gente. Tengo la suerte de tener un montón de amigos, pero de esos de que dicen que se pueden contar con los dedos de una mano, yo creo sinceramente que necesitaría las dos manos, los dos pies y algún dedo extra, y me siento muy afortunado por ello.
En la uni siempre conocía alguien que tenía apuntes de algo, o las prácticas de alguna asignatura o algo por el estilo, en resumen, siempre conocía a alguien que podía ayudar a otro alguien, y no solo fuera de la universidad. Creo que se me da bien hablar con la gente, crear un vínculo y sobre todo mantenerlo (de ahí mi agenda de ministro, como dicen algunas), pero ¿cómo juntar esa habilidad con la tecnología? ¿manejo de equipos quizás? no tengo ni idea, y creo que eso va a ser lo que me va a romper la cabeza durante los próximos meses. Por lo pronto, ahora toca seguir con los ojos en el futuro, más que nunca, y buscar algo con lo que enfocar el resto de mi vida.
Es posible que esa sensación no te abandone en la vida. La farsa de las metas volantes es que parecen fines, pero no lo son. Y mucho menos si aspiras a esa inmortalidad que te he leido. Me suena. Y no tengo buenas noticias...
ResponderEliminarEn cualquier caso, enhorabuena!
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