viernes, 29 de diciembre de 2017

Recalculando ruta

Un año más… y un año menos.

2017 comenzó siendo un año bastante complicado, no podía empezar más torcido, jamás me había sentido más perdido a pesar de tener muchas de las metas de mi vida más cerca que nunca; quizás precisamente por eso, por el que habrá después (bueno, y más cosas…). Y el caso es que a pesar de todo ello, he sido capaz de terminar la carrera mientras trabajaba, he encontrado otro trabajo en muy poco tiempo en el ¿estoy bien? (lo veremos en próximos episodios), he celebrado el mejor cumpleaños de mi vida, me he pegado el viaje más impresionante que hecho, he puesto el primer ladrillo de mí, espero, futura casa… ¿Y por qué no puedo disfrutar de todo esto?

Siento que aún sigo sin encontrar mi hueco o mi situación en el mundo en el que esté a gusto, y el tener la misma idea rondando la cabeza cada vez que la tengo despejada no ayuda, porque siempre me amarga los mejores momentos. Sin darme cuenta me he convertido en una persona que ya no disfruta las cosas como las hacía antes, libros, videojuegos, películas, salir… que piensa constantemente que cuando le pasa algo bueno es porque algo malo va a venir después, que la vida no da duros a pesetas, y que lo que te da, te lo va a quitar dentro de poco.

Alguien a quien he conocido recientemente me ha dicho “eres una persona que irradia felicidad y se la contagias a los demás, pero también se ve que tras esta capa, hay un núcleo de tristeza”. Y lo peor es que no puedo negar que ese núcleo existe cuando antes no. Si yo no hice nada malo, ¿por qué soy yo el que está jodido y los que tienen que estarlo son felices? En fin, no debería de pensar en estas cosas, pero no puedo sacármelo de la cabeza, quizás necesite ayuda.

2017 ha sido un año que, si me hubiera pillado en otras circunstancias personales, lo hubiera calificado como uno de los mejores de mi vida; sin embargo, me lo he tomado simplemente como un año de transición: aún no sé qué quiero hacer con mi vida laboral, reorientarla o seguir por donde voy, si quiero seguir en España, si todo esto merece la pena, y muchas otras cosas más. Soy consciente de que todo este pesimismo deriva de lo mismo y espero que cuando vuelva a estar bien deje de ser tan agonías.

Este texto tampoco lo voy a difundir, si lo estás leyendo, espero que lo hagas cuando ya esté mejor, que por fin se haya quitado ese mensaje de recalculando ruta en mi cabeza y haya vuelto a encontrar el camino por fin. Voy a ser egoísta y me voy a desear un gran 2018 a mí mismo, espero que cuando vuelva a este texto, haya sido así.



martes, 12 de septiembre de 2017

Soy ingeniero, ¿y ahora qué?

Hola mundo, ya soy ingeniero.



Han sido muchos años, pero como dicen los Mojinos el que la sigue la persigue, así que contra todo pronóstico y apuesta (incluida la personal) conseguí terminar mi proyecto final de carrera y hacer una presentación de la cual, estoy bastante orgulloso. Creo que os lo habré dicho en persona mil veces, pero aprovecho una vez más a agradeceros a todos los que me ayudaron con él, los que pudieron venir a ver mi presentación, y en general a todos los que habéis estado ahí de una forma u otra, en serio, con solo vuestra presencia ya sois de mucha ayuda. Gracias a vosotros puedo decir orgulloso: YA SOY INGENIERO. Pero ¿ahora qué?

Mi anterior entrada se titulaba Incertidumbre, y esta va un poco en la línea aunque desde un enfoque diferente. Hasta ahora el gran objetivo de futuro era terminar la carrera, objetivo logrado, y todo iba más o menos bien hasta que me llega un día mi jefe y me pregunta:

- Richi ¿te gusta lo que estás haciendo?

Ostias... me dio directo. ¿Me gusta? Si, bueno, no me disgusta, la verdad es que he estado aprendiendo cosas bastante interesantes y las cuales creo que tienen mucho futuro, pero sí que es verdad que había momento de querer meter la cabeza en la trituradora de papel. Siendo sincero conmigo mismo, no es el trabajo que siempre soñé. El problema es que el trabajo con el que siempre soñé (lo de hacer videojuegos), ahora lo veo muy muy muy complicado. Así que ¿qué me gusta?

He tenido todo el verano para pensarlo, y es verdad que no he dedicado mucho tiempo a pensar una respuesta, he preferido disfrutar de lo que he estado viviendo y despejar la cabeza, que tampoco me venía nada mal, pero creo que he llegado a la inútil conclusión de que no sé lo que me gusta.

Bases de datos, programación, redes, JAVA, Python, C++ y todo ese millón de tecnologías que me suenan o que desconozco. No he trabajado ni con el 0.0001% de ellas, no sé que tal se me dan, si son interesantes, útiles. Quizás lo que más me llame la atención sea la programación o las redes, es algo que me gusta y en lo que creo que me gustaría ser cada vez más bueno. Pero por otro lado, hay cosas a las que les tengo algo de manía sin motivo, como las bases de datos, que no he trabajado nunca con ellas y no me llaman la atención ¿y si resulta que soy un máquina de las bases de datos y por estúpido no lo averiguo nunca?.

Y cuando toda esta parrafada atravesaba mi mente, mi jefe de repente dispara otra:

- ¿En que crees que eres bueno?




Esa si que es jodida. Sinceramente no creo que sea bueno en nada útil para algo en la vida, porque no creo que ser imbatible al Mario Kart o al Ouendan le aporte mucho a una empresa así que... Aunque hay algo que creo que sí se me da bien, y eso es el tratar con la gente. Tengo la suerte de tener un montón de amigos, pero de esos de que dicen que se pueden contar con los dedos de una mano, yo creo sinceramente que necesitaría las dos manos, los dos pies y algún dedo extra, y me siento muy afortunado por ello. 

En la uni siempre conocía alguien que tenía apuntes de algo, o las prácticas de alguna asignatura o algo por el estilo, en resumen, siempre conocía a alguien que podía ayudar a otro alguien, y no solo fuera de la universidad. Creo que se me da bien hablar con la gente, crear un vínculo y sobre todo mantenerlo (de ahí mi agenda de ministro, como dicen algunas), pero ¿cómo juntar esa habilidad con la tecnología? ¿manejo de equipos quizás? no tengo ni idea, y creo que eso va a ser lo que me va a romper la cabeza durante los próximos meses. Por lo pronto, ahora toca seguir con los ojos en el futuro, más que nunca, y buscar algo con lo que enfocar el resto de mi vida.


miércoles, 22 de marzo de 2017

Incertidumbre


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.


Jamás he mostrado interés por la poesía más allá de los versos que leía en las paredes de la biblioteca de la universidad, en los vagones del metro o en los cuadernos de literatura que tenía que estudiar. Quizás fuera porque no me había sentido jamás identificado con lo que se trataba en los versos, o simplemente porque no llegaba a entender qué eran lo que estos intentaban transmitir. Hasta que llegó este poema de Antonio Machado.

Los que me conozcáis sabéis que estoy pasando por una serie de cambios en mi vida, algunos más difíciles que otros, y que 2016 fue para mi uno de los peores años de mi vida (si no el peor). Con todo esto llegó 2017, el cual suponía una oportunidad para salir de agujero, comenzar cosas nuevas, dedicar sonrisas y todas esas chorradas de autoayuda que te sirven para una mierda cuando lo estás pasando como el culo. Cuando comenzó 2017 yo no tenía ganas de nada de eso, y lo único que podía sentir era miedo.

Cuando terminó 2016 mi vida era muy diferente a como la había imaginado años atrás. Muchos de mis planes no solo no se habían cumplido si no que además se iban por camino que ni imaginaba e incluso algunos, ni me gustaban; y no podía evitar sentir miedo por ese futuro incierto que se presentaba ante mi. Llegué a tal extremo que tenía ganas de no vivir este año que comenzaba, y no, no hablo de hacer una locura, hablo de que si hubiera podido me hubiera saltado este año sin dudarlo. Me hubiera plantado en el 31 de diciembre de 2017 y continuar con mi vida tal y como estuviera en ese momento. Solo quería que pasase este año rápidamente.

Hacer el proyecto, el trabajo nuevo, el estar "solo", el no tener ningún objetivo siguiente hacia donde dar el paso, son cosas que no quería vivir, solo quería que el tiempo pasase lo más rápido posible. Seguro que muchos estaréis pensando que soy un cobarde por no querer enfrentarme a mis problemas, tomar las riendas de mi vida y esas cosas, pero creo que es humano tener esos miedos y al fin y al cabo, no me iba a quedar más remedio que enfrentarme a ellos.

Ya han pasado casi tres meses de este 2017 y bueno, la vida sigue y las cosas van mejorando. Cuando el poema de Machado llegó a mi en este momento de mi vida, jamás lo había visto como lo he hecho ahora. Al final en la vida no queda más que tirar hacia delante a pesar de toda la mierda que se ha vivido, y estar mentalizado de que nunca se ha de volver a pisar la senda que se ha dejado atrás. Que echar la vista atrás solo sirva para aprender de los errores

La palabra crisis en japonés (危機 = kiki) está compuesta por los caracteres 危 = "peligro" y 機 = "oportunidad". Al final de toda situación difícil se puede, y se ha de sacar una parte positiva. Es difícil, cuesta esfuerzo y mucho mucho tiempo, pero creo que es lo mejor que se puede hacer en estas situaciones. ¿Y mi vida? bueno, no me queda más remedio que vivirla, veremos que es de ella a finales de 2017.


P.D: es curioso como la vida se repite.