sábado, 10 de marzo de 2012

Se acabó el ser el chico bueno

Que claro nos dejan desde pequeños nuestros padres el concepto de bueno o malo: ayuda a los viejecitos a cruzar la calle - bueno, no repliques a tu profesora - malo, ayuda con las tareas de casa - bueno, no les claves las tijeras en la cabeza a tus compañeros de clase - buen... Malo claramente. El caso es que parece que para ser un niño bueno tienes que respetar siempre a la autoridad (padres, profesores, policía...), aceptar las reglas, no molestar a la gente ni hacer que se sienta incómoda, tratarla bien e incluso (como dicen muchas religiones) anteponer el bienestar de los que te rodean al tuyo propio.



Durante muchos años, sobre todo durante mi tierna infancia, siempre que ocurría algo malo era por mi culpa y es verdad que la mayoría de las veces así era porque no era precisamente un chico tranquilo. El nervio se fue pasando con los años, sin embargo lo que no se pasó, fue esa costumbre de echarme a mí las culpas de todo aunque cada vez fuera menos responsable de los errores. ¿Y en como estoy ahora? pues cada vez que ocurre algo malo o falla algo en un trabajo en equipo, siempre, siempre, pienso que ha sido culpa mía y asumo las responsabilidades.

Bien pues esto se acabó, estoy harto de aguantar situaciones que me perjudican o en las que me siento infravalorado, estoy harto de tener que soportar momentos solo por no putear a nadie, estoy harto de llevarme broncas por las pifias de otros, estoy harto de perder oportunidades por no molestar a nadie, estoy harto de pasarlo mal por hacer que los demás se sientan bien, estoy harto de que me pisoteen los demás para llegar por encima de mi. Se acabó ser un buen chico.

Quiero explotar, quiero gritarle a toda esa gente que ha pasado por encima de mí, que se ha aprovechado de mi buena fe, quiero decirles que se acabó, aquí estoy yo, yo por encima de todos, yo el primero. No me estoy volviendo egocéntrico por momentos, solo quiero decir ¡aquí estoy yo! dar un golpe sobre la mesa y hacerme respetar, quiero poder decirle con libertad a quien se lo merece todas las injusticias que está cometiendo. 


El otro día me puse a pensar en todo lo que me he perdido por no echarle más morro a la vida (que al fin y al cabo es lo que me hace falta) y no querer molestar; la de gente que podía haber conocido, la de oportunidades que dejado pasar, la de chicas que pude besar y no lo hice... Y lo peor es que las escasas veces que he sido, por llamarlo de alguna manera, un caradura/sinverguenza, me ha ido bien.

Como siempre que hago estas reflexiones, digo que no voy a hacer un cambio radical para volverme un macarra que no tiene en consideración a los demás, pero ya no esperéis que baje la cabeza ni una vez más, no pienso callarme nada, no pienso tragar más mierda, pienso coger todos los trenes de esta vida le pese a quien le pese ¿consecuencias? bueno, procuraré que no haya demasiadas (y si, si veo que es muy flagrante no lo haré tranquilos), pero como dice la canción, a partir de ahora...